Antonio Herrera Casado | 5 diciembre 2017
En las orillas de lo que
fue, muy antiguamente, el Rhin, asentó esta ciudad, que terminó estando
completamente amurallada, y que es de las pocas de los Paises Bajos que hoy
muestra en su centro un “castillo”, una fortificación elevada sobre un
montículo artificial, y que en siglos pasados les daba mucha seguridad
defensiva a sus habitantes, tanto ante guerras como ante crecidas del río.
Con los años, el Rhin se fue
por otros lados, y hoy llega al Mar del Norte por Rotterdam. Pero la ciudad de
Leiden, muy antigua, surgió como defendida por este río. Es sin duda uno de los
lugares más interesantes de Holanda. En su plano se ve todavía la forma
perfecta de su antigua estructura urbana, rodeada al 100% de murallas, y con un
castillo elevado en el centro, su gran catedral dedicada a San Pedro, y los
ramales y canales del viejo Rhin, hoy domeñado y manso entre paseos y populosas
calles.
El viejo Rhin atravesando Leiden |
Hemos llegado a Leiden, en
viaje fácil y rápido por tren desde Amsterdam. Total, 9 € y 20 minutos de
recorrido. Desde la estación se accede a pie inmediatamente y nos dedicamos a
recorrer los muelles de sus canales. Aunque es todavía primeros de diciembre
(otoño, teóricamente) el frío es intenso, y el cielo, permanentemente gris, no
amenaza nada bueno. Reocrremos el Galgewater, rodeado de mansiones clásicas, y
avanzamos por la orilla del canal Rapenburg, llegando enseguida a los edificios
de la vieja Universidad. Se dice que fue el primer monarca, Guillermo de
Orange, quien como como premio a los habitantes de Leiden por su heroica
defensa ante el asedio español, mediado el siglo XVI, les ofreció bajarles los
impuestos o crear la primera Universidad holandesa en su ciudad. Y ellos escogieron esta segunda oferta.
Desde entonces, en 1575,
Leiden está orgullosa de su Universidad. En ella surgieron famosos médicos
(Boerhaave es uno de ellos, a quien allí tienen en recuerdo permanente, en su
casa natal, en su casa mortuoria, en el enterramiento catedralicio…) famosos
físicos (la “botella de Leiden” es uno de los hallazgos allí hechos, y
Kamerlingh inició en su laboratorio la criogenia). Junto con las universidades
de Göttingen y Berlin, Leiden es la cuna de la “libertad académica”.
Vidrieras modernas en la iglesia de San Pedro de Leiden |
Hoy esta Universidad
impregna la vida de la ciudad, eminentemente estudiantil. El aparcamiento de
bicicletas delante del edificio de su Biblioteca, es antológico, porque posee
varios pisos, todos llenos de bicicletas. El Jardín Botánico es de los mejores
del mundo: lo creó Clusius, y en su entorno todo son cartelas, bronces
grabados, salas limpias y profesores con pajarita montados en bici.
Luego cruzamos el canal y alcanzamos la Iglesia de San Pedro, desacralizada ya, pero museificada. De aquí salieron los “pilgrims” que en el Mayflower fueron a América, creando sus primeras colonias evangélicas. En la iglesia reposan los restos de Saskia van Uylenburgh, la mujer de Rembrandt que, por cierto, en esta ciudad nació y se educó artísticamente. Hay muchos detalles curiosos, entre ellos unas magníficas vidrieras que nos hablan de la historia y la heráldica de los Paises Bajos.Canales y diques en la ciudad de Leiden |
El viajero y sus amigas en la puerta del castillo de Leiden
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Después de haber estado allí, me entero que de Leiden proceden los Fluiters, conocida familia de Guadalajara que vinieron de los Paises Bajos a mediados del siglo XVIII para trabajar en las fábricas de tejidos que los Borbones pusieron: primero en la de San Fernando y luego en Guadalajara. La “ciudad de las llaves” que así se llama por las dos que forman su escudo municipal, es uno de esos lugares que nadie debería perderse si viaje a Holanda. Mejor que La Haya, y distinta de Amsterdam, más elegante, más callada, más sublime.
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