El autor con Alfredo Villaverde, en su visita al anfiteatro de la ciudad romana de Pompeya. |
Hemos
viajado, con la Asociación de Escritores de Turismo de Castilla-La Mancha,
hasta Nápoles y su entorno. En esa visita, arropados por la Asociación “Amigos
de Europa”, hemos podido visitar las ruinas de Pompeya, un lugar mágico y
evocador, y desde aquí animamos a nuestros lectores a que hagan un hueco en su
agenda italiana para acercarse a este entorno de ruinas y evocaciones. Mejor
visitarla con un guía, porque la extensión de la antigua ciudad es muy grande,
muy variados los temas que ofrece, y un tanto arcanos sus muestrarios. Desde el
urbanismo, las fortificaciones y los espacios públicos, a las decoraciones de
villas y salones, jardines y estatuas, pinturas e bóvedas, hasta los grandes
centros de diversión, teatros y anfiteatros, Pompeya es uno de los más
importantes lugares arqueológicos del mundo, que merece visitarse y disfrutarse
a lo largo de todo un día. En el perímetro de la vieja ciudad romana hay
numerosos restaurantes de comida rápida, y en Herculano, muy próxima, existen
algunos lujosos restaurantes, para economías más desahogadas.
Toda
la emoción de esta Pompeya que hoy vemos comenzó a principios de agosto del año
79 de nuestra era, cuando una serie de terremotos dañaron severamente la
ciudad, y en el proceso de su reconstrucción estaban cuando el 24 de agosto de
ese año 79 la violenta y espeluznante erupción del volcán Vesubio sepultó las
ciudades de Pompeya, Herculano y Oplontis (actualmente llamada Torre
Annunziata), bajo una súbita y enorme masa de ceniza ardiente, muriendo todos
los que no estuvieron listos para salir corriendo. Siglos después, en el siglo
XVIII, y bajo el reinado de Carlos de Borbón (nuestro Carlos III de Madrid…) se
descubrieron las ruinas sepultadas y se iniciaron los trabajos de excavación,
que hoy muy adelantados son visitables.
Ahora hemos venido, algunos
amigos de Guadalajara y otras ciudades de la región castellano-manchega, a
visitarla en un cálido día de junio. Debe irse con calzado cómodo, porque se
anda mucho y se está bastante tiempo a pie, y agua en cantimplora, o como sea,
porque al final la sed aprieta.
De las explicaciones del guía,
sacamos la conclusión (así lo apunto) de que Pompeya fue fundada por el pueblo
osco en el siglo VI a. C., y Dionisio de Halicarnaso afirmó que Herculano fue
fundada por Hércules. A partir del año 89 a. C., tras la Guerra Social, esta
ciudad fue ocupada por el ejército de Roma.
A Pompeya se le otorgó el
estatus de colonia nominada Cornelia
Venera Pompeiana en ese año 89 antes de Cristo. El lujo y la sofisticación de
la vida del imperio romano, en los casi dos siglos que fue creciendo y
adquiriendo fama, hicieron de Pompeya un mito en su época: era un lugar
fabuloso, cómodo de temperatura, cercano al mar, a los montes, a los viñedos…
elegante y suntuoso, cuajado de familias ricas, de poetas y artistas…
Las excavaciones que sobre las
ruinas (siempre intuidas, pero nunca antes declaradas) de Pompeya se hicieron a
partir del siglo XVIII, revelaron muchos más datos acerca de Pompeya que de
Herculano.
El foro principal es una de las
primeras zonas que se visitan: está rodeado por los cimientos de varios
edificios públicos imponentes, como el Capitolio (templo dedicado a Júpiter,
Juno y Minerva), la Basílica (el tribunal) y unas termas. Cerca se alza el foro
triangular, donde se sitúan los dos teatros. El de mayor tamaño es de origen
griego y fue remodelado para adecuarlo a los gustos romanos. Entre otros
edificios públicos importantes hay que destacar las termas de Estabia, que se
encuentran en buen estado de conservación y datan del siglo II a. C.
El gran interés de Pompeya se
debe sobre todo a sus conjuntos residenciales, dispuestos a lo largo de calles
bien pavimentadas. La construcción más antigua es la casa del atrio, con un gran patio central; la Casa del Cirujano es un buen ejemplo de este tipo de construcción. Nos
gustaron muchos las grandes casas denominadas Casa del Fauno y la Casa de
los Castos Amantes. Es posible que la más excepcional de todas las casas de
Pompeya sea la Villa dei Misteri (la
Villa de los Misterios), que se sitúa en el exterior de las murallas, y que
muestra importantes pinturas murales del triclinio, que representan los ritos
de iniciación («misterios») del culto a Dionisio. Una característica especial
de Pompeya es la abundancia de escenas pintadas en las paredes.
El autor y el matrimonio Fernández-Galiano Pendelbury en el foro de la ciudad romana de Pompeya. |
En
dos ocasiones he visitado Pompeya, como he dicho al principio. La segunda, en
la primavera de 2003, lo hice junto al conocido arqueólogo Dimas
Fernández-Galiano, especialista precisamente en el mundo romano y sobre todo en
la musivaria itálica, consiguiendo aprovechar aún mejor los datos del
recorrido, deteniéndonos en esas salas prodigiosas de la Villa de los
Misterios, y en algunos otros lugares que han ido recuperándose, especialmente
en los techados donde se han almacenado las figuras petrificadas y
contorsionadas de muchos habitantes pompeyanos a los que pilló la erupción y la
invasión de cenizas ardientes en posturas de defensa, quedando así para la
eternidad.
Desde
Nápoles el recorrido a Pompeya es corto, apenas una hora, como lo es desde
Sorrento, donde luego puede tomarse un barco que costeando la península de
Amalfi nos permita terminar el día, como hicimos nosotros, admirando desde el
mar la costa amalfitana, cuajada de ciudades y pueblitos que cuelgan de la
abrupta ladera: Positano, Maiori, Ravello, el mismo Amalfi…
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