Vigilantes moros forjados en hierro sobre la fachada del hotel Reconquista |
Antonio Herrera Casado
/ 22 Febrero 2014
Un día de invierno, luminoso y fresco, en Alcoi. Desde por
la mañana temprano subiendo sus cuestas, mirando iglesias y sobre todo
barrancos. Una cita obligada es la Confitería “El Túnel” que es algo así como
el Rolls Royce de las confiterías levantinas. Preside, aunque con humildad, la
calle San Lorenzo, que baja hacia el gran puente, y de entrada nos fijamos en
su fachada modernista, aunque el interior es todo un poema a la golosinería:
qué almendras garrapiñadas y qué delicadezas sobre los mostradores… En ese
recorrido por la ciudad alicantina, joya del interior, apiñada entre montañas y
riscos, con aire de gran ciudad antigua, nos maravillan sus puentes. Y el mayor
de todos, el puente de San Jorge, que nos pilla al lado del hotel Reconquista,
donde nos alojamos el fin de semana. Inaugurado en 1931, se alza sobre el río
(casi siempre seco) Riquer (o Barxell), que junto al Molinar van a formar el
Serpis, que caracteriza a la ciudad (y a las aceitunas rellenas que siguen
siendo una de las industrias principales de la ciudad). Desde la parte antigua
donde estaba la iglesia arciprestal de Santa María, la plaza mayor o de España,
la recoleta plaza de Dins, y sus calles de San Lorenzo y San Nicolás, este
puente permitía el paso al Ensanche, que terminó de darle, antes de la Guerra,
el aire de gran ciudad a Alcoi. Visto desde abajo, a donde nos lleva el
autobús, el espectáculo es sobrecogedor, y arriba nos asombran sus formas geométricas,
complicadas y limpias a la vez.
Traje de capitán de los moros |
Cuantas sorpresas nos deja Alcoi: esa calle de San Lorenzo,
esa cuesta de capital de provincia, en la que más de una docena de espléndidos
edificios modernistas nos llaman la atención, siendo el principal el que sirve
de sede al Círculo Industrial, donde el jardín, el salón de baile, la gran sala
de cuadros, o la biblioteca, nos dejan bizcos. Cuando una ciudad (y en las de
Levante se ven muchos, en Cartagena, en Murcia, en Castellón…) posee un Casino
de Contribuyentes como este de Alcoi, no hay duda de que ha movido dinero a
paletadas, en tiempos antiguos eso sí, porque ahora en España ya nadie mueve
dinero a paletadas, a excepción de los bancos, las eléctricas, la petroleras y
quienes las ayudan desde el Parlamento.
Traje de capitán de los cristianos |
Antes de comer, bajamos por la plaza del Fossar al Museu
Alcoiá de la Festa, un antiguo palacete que ha sido habilitado como Museo que
recuerda y asombra con su contenido a quienes no hemos podido asistir en
directo a estos “Moros y Cristianos” de Alcoi que hoy constituyen, sin duda,
una de las máximas expresiones de la fiesta por antonomasia, el ruido, los
cohetes, los vestidos de colores, el buen comer.
Este Museo es digno de verse. En él se resume, de forma armoniosa (vídeos, salas, vitrinas, maquetas…) esa fiesta grande del abril levantino. Dedicadas a San Jorge, las fiestas de Alcoi está declaradas de “Interés Turístico Internacional”. Tienen su origen en la versión mítica de la Batalla d eAlcoi, de 1276, cuando a las puertas de la ciudad se enfrentaron las huestes de alcoyanos con el caudillo musulmán Al-azraq. Cuenta la tradición que en el momento álgido de la lucha, se apareció San Jorge, a caballo, sobre las almenas de la muralla y eso animó a los alcoyanos y les dio la victoria. Desde entonces se unen los hombres y mujeres de la ciudad en dos compañías, que pugnan festivamente en sobresalir en trajes, riqueza y sonrisas: la de “Moros Christianos” y la “Christianos Cathólicos” que constituyeron el origen de las 28 filaes actuales (peñas, agrupaciones…) El 21, 22, 23 y 24 de abril hay que reservarlos para ir a Alcoi (reservando hotel un año antes, por lo menos).
De un cuadro barroco, escena de la fiesta, cuando los cristianos atacan el castillete moro. |
No me entretengo en describir con detalle la fiesta, porque no la he llegado a ver. Pero sí la imagino tras contemplar en el Museo el vídeo esutpendo en que la desarrolla completa. Y ver por sus vitrinas los trajes premiados cada año, los carteles anunciadores, las fotografías de sus mejores momentos…
En Alcoi se callejea por la Alameda de Cervantes, y por la Avenida de la Alameda, que nos deja entrever la grandiosidad de la ciidad. Más allá, al día siguiente, podremos subir entre las peñas que escoltan el barranco del Zinc, o ascender hasta el santuario de la Font Roja, donde se visita un estupendo centro de interpretación de esta sierra, que asomando entre pinos sobre la ciudad es una de las más altas y abruptas del País Valenciano… Sin duda una sorpresa, para quienes nunca hayan ido hasta este lugar levantino, una de las ciudades más bonitas de España. Animo a todos y a todas a que hagáis al menos la intención de ir a Alcoi. Se vuelve siempre, seguro.
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