El castillo de Alepo, la Ciudadela con 4000 años de antigüedad |
Antonio Herrera Casado – Octubre 1997
Con la Asociación de Escritores de Turismo del Mediterráneo
hemos viajado en esta ocasión por el norte de Siria, donde hemos visitado
algunos lugares emblemáticos, que hoy están en peligro de desaparición.
Declarados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, tanto la Ciudadela de
Alepo como las Aldeas Antiguas del Norte de Siria son desde 2011 blanco de las
amenazas del Estado Islámico que allí se ha hecho fuerte.
Desde la capital del estado sirio, el viaje a Alepo es largo
y pesado, teniendo a la ciudad de Homs, monótona y enorme, en el centro del
camino. Alepo, sin embargo, es uno de esos lugares míticos a los que llegan los
viajeros con la ilusión de enfrentarse a la historia de la humanidad
conglomerada en sus calles. Y así es, en efecto. Con ás de 4.000 años de antigüedad, esta ciudad
cuenta hoy con casi 4 millones de habitantes, y se encuentra en estado
calamitoso, semidestruida por tres largos años de guerra civil.
A nuestra llegada, en octubre de 1997, nos pareció una
metrópolis animada, situada a medio camino entre las costas del Mediterráneo más oriental y el valle del Eúfrates. Más
grande aún que Damasco, Alepo se situó en una ruta de caravanas que llevabn y
traían productos entre las sociedades mediterráneas (fenicios, griegos) y el
mundo persa. Es la Khalpe de los griegos y la Halep de los turcos. Situada a
380 metros sobre el nivel del mar, Alepo nos encantó por la variedad de gentes
y aspectos de su urbanismo. No podremos olvidar el zoco, perdido en mil
vericuetos por donde pasaban todo tipo de gentes y animales, y donde se vendía
todo lo imaginable. Los olores y los sonidos del zoco de Alepo no se irán nunca
de nuestra memoria.
El viajero y unos niños sirios que nos acompañaron en la visita |
Quizás lo más llamativo de nuestra visita estuvo en la
subida a la Ciudadela, un enorme castillo en el que ya en el 2º milenio antes
de Cristo hubo un santuario pagano y desde el XIII se levanta este castillo que
aquí pusieron los cruzados europeos. Se accede a lo alto del cerro por una
escalinata que se alza sobre un puente que cruza el foso que le circunda. Una
enorme puerta deja el paso a un pasadizo empinado que va dando continuamente
curvas defensivas, hasta llegar a la alta explanada, donde aparece el Salón de
Armas, el Salón d eBizancio y el Salón del Trono, más la mezquita que dicen de
Abraham, y el anfiteatro de origen griego. Sus dimensiones son espectaculares y
sin duda puede decirse que esta Ciudadela de Alepo es uno de los castillos más
grandes del mundo. Fue restaurada concienzudamente hacia el año 2000 por la “Fundación
Aga Khan para la Cultura” y en estos tres últimos años ha sufrido bombardeos,
saqueos y destrucciones sin cuento
En Alepo pudimos visitar también un interesante Museo
Arqueológico, la gran mezquita del califa Al-Walid, edificada originalmente en
el año 715, con su altísimo minarete, más los caravasares y la Madraza
Halawiyé, que se levantó sobre lo que en época bizantina había sido catedral
dedicada a Santa Elena. Al final, como todos los viajeros hacen, completamos
nuestro tiempo de visita adentrándonos en el zoco, en el que compramos, entre
otras cosas bastante inútiles, el “jabón de Alepo” que fue el primer jabón
sólido que se empezó a fabricar, hecho a base de aceites de oliva y laurel.
Las ruinas de Qal'at Si'man en 1997 |
Un día después, el grupo de congresistas nos trasladamos a
la iglesia de San Simón “el Estilita”, ya casi en la frontera con Turquía, en
el norte de Siria. A este lugar se le conoce en árabe como “Qal’at Si’man” (la
fortaleza de Simón) y viene a sorprendernos el lujo de su arquitectura, ruinosa
pero espléndida, junto con la leyenda de sus orígenes, que se remontan al siglo
V, cuando un anacoreta llamado Simón decidió hacer oración permanentemente y
subirse a vivir a lo alto de una columna, que primeramente tuvo 3 metros de
altura, y luego la elevó a 15 metros. Allí permaneció, día y noche, con lluvia
y sol, con enfermedad y en alegría, durante los últimos 37 años de su vida.
Venerado como santo en vida, hasta el Emperador Teodosio acudió al pie de la
columna a pedirle consejo y admirarle. Desde entonces, millones de personas han
peregirnado hasta la sagrada piedra donde San Simón vivió haciendo equilibrios.
El conjunto de los edificios que por entonces, ya en el
siglo VII d. de Cristo, se levantaron como lugar de peregrinación, es
espléndido, y único. Grandes edificios sin techumbre, muros y puertas, plantas
octogonales, arcos solemnes y todo ello decorado con profusión y elegancia,
hacen que el viajero no sepa muy bien a qué estilo adscribir aquello, y a qué
época. Especialmente la basílica o “martyrium” que rodea a lo que fue columna
de San Simón, es de planta octogonal, y de cada uno de sus lados emerge una
basílica, todo profusamente decorado, y por la sequedad del clima,
perfectamente conservado desde el siglo VII en que fue levantado, y abandonado
poco después, a la llegada de los musulmanes procedentes de Arabia.
Los viajeros descansan ante los restos de la columna donde San Simón el Estilita pasó 37 años de su vida. |
El sol cae, inmisericorde, a media tarde del mes de octubre,
y los viajeros se pasean atónitos ante aquellas ruinas, que les parecen
colosales, como si las hubieran construido una raza especial de seres ajenos a
este mundo. Qal’at Si’man ha sido declarado recientemente “Patrimonio de la
Humanidad” por la Unesco, junto con algunas otras aldeas antiguas del norte de
Siria. (Nadie sabe, en estos momentos de 2015, qué ha sido de ellas, ante la
ocupación del territorio por las fuerzas del Estado Islámico, pero se teme lo
peor, por la destrucción a la que están sometiendo a todos los restos de origen
cristiano en la zona del Próximo Oriente). Quede constancia de aquel viaje memorable,
que junto a otros escritores de países europeos y árabes hicimos en el octubre
de 1997. Mi hijo Alfonso y yo disfrutamos y admiramos aquellos restos de la
civilización que ya no sabemos siquiera si existen…
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