27 de octubre de 2019

La sorpresa románica de Grado de Pico


El pasado sábado 19 de octubre de 2019, aprovechando el rato de sol que hubo tras la comida, bajamos desde Condemios de Arriba (donde se había celebrado el XII Día de la Provincia) hasta Grado de Pico, un pueblo segoviano, frontero con Guadalajara. A la caída de poniente de la Sierra de Pela, se abriga el pueblo entre roquedos y densas choperas, que empezaban a amarillerar, porque el aire allí es muy fresco y el otoño se anuncia mucho antes que en la capital. Íbamos Fernando Benito y yo, con nuestras respectivas, y aunque (se ve que por lo mayores que vamos siendo) nos confundimos de camino en principio, luego lo enderazamos y arribamos a este pueblo sencillo y calmo, que por senderos está a poco más de media legua desde Villacadima.

Los viajeros en la puerta de la iglesia de Grado de Pico


En Grado de Pico (que está situado bajo la sombra del Pico de Grado, lo cual es lógico) encontramos casas antiguas, perros y gatos, algunos escudos picados y dinteles tallados… pero encontramos sobre todo, en lo alto del pueblo, la iglesian parroquial, dedicada a San Pedro, y hoy cerrada. Aunque lo que se ve al exterior es tan espectacular, que poco importa. Esta iglesia forma entre lo mejor del románico de Castilla, aunque muy pocos escritores se han ocupado de ella. Especialmente digno de reconocer es el trabjo que le dedicó hace ya muchos años el profesor Bango Torviso, uno de los más sabios conocedores del románico español.
Aunque el tema merece un artículo largo y reposado, en este blog de viajes sí que quiero reflejar, tras la sorpresa, lo fantástico del conjunto, su armonía, su buena conservación, su belleza de colores y formas: en definitva, la emoción que supone ver por vez primera un conjunto arquitectónico cuajado de mensajes.
Iglesia del siglo XIII, con su fachada sur decorada, su fachada norte herméticamente cerrada y plana, su muro de poniente con espadaña leve, y su cabecera oriental con un ábside cuadrado en cuyo centro aparece una eminencia de planta semicircular que reproduce el primitivo ábside

Fachada meridional de la galería de la iglesia de San Pedro,
en Grado de Pico (Segovia)


En la fachada sur, a la que esta tarde ilumina un sol en caída, que arranca tonos casi rojizos a la piedra segoviana, destaca su galería porticada, compuesta de dos intercolumnios de tres espacios cada uno, y la portada/acceso central. Los vanos de los intercolumnios están cegadas, desde hace mucho tiempo, para ganar espacio en el interior. Pero sus capiteles permanecen intactos, aunque ocultos en parte por el cierre de los espacios. La puerta, semicircular, tiene una cenefa tallada con veintucuatro cabezas de tipo demoniaco, aunque hay quien opina que son cabezas de lobos (son similares a las de la cercana iglesia de Pecharromán). Ese arco de entrada está sostenido por dos capiteles espectaculares, tallados con minucia, muy bien conservados: en el del lado izquierdo, aparece una Epifanía de tipo “proskynesis” en la que uno de los Reyes Magos besa el pie del Niño Jesús. En el del lado derecho, dos grifos enfrentados, con sus alas desplegadas, sus grandes picos, sus garras… no les falta detalle.

Capitel de la entrada, representando una pareja de grifos enfrentados,
en la iglesia de San Pedro de Grado de Pico.


Los cuatro capiteles (ocho en total) de cada lado de la galería porticada, muestran elementos vegetales, geométricos y antropológicos muy vistosos. Hay elementos ranurados simples, hay conjuntos bellísimos de vides, con uvas y troncos, hay cestos y acantos… y en uno de ellos hay cabezas monstruosas rodeadas de lazos, siendo el más interesante el que muestra a un par de figuras exhibiendo en lo alto de sus manos unos crótalos o triunfos… sería prolijo detenerse en el análisis de sus significados. Pero, en todo caso, conviene dejar constancia de la existencia de este templo, antiguo y hermoso, perfecto de conservación y vibraciones. El de San Pedro en Grado de Pico, en Segovia…. Uno más de esos pequeños y remotos lugares de nuestra Patria en los que se hace fácil emocionarse.

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