25 de marzo de 2020

En la Belle Île de Bretaña

En la Belle Île de Bretaña

Antonio Herrera Casado / 8 junio 2018

El mapa de la Belle Île en Bretaña

Un recorrido por la Bretaña francesa, por sus viejas ciudades, sus alineaminetos prehistóricos y sus costas espléndidas, nos lleva hasta la isla con el más bonito nombre, la Belle Île, frente a Quiveron. Tras atravesar una estrella lengua de arenas que tiene a sus lados infinidad de villas y residencias, se alcanza el pueblo, y al final de él, la instalación portuaria. Llueve sin parar y nos refugiamos en la terminal. Pronto sale el barco, un transbordador en el que nos da tiempo a descabezar un sueño, del que despertamos a atracar en Le Palais, la capital de la isla, que tiene 20 Kms. De largo por poco menos de 10 de ancho. Toda verde, y brillante, mojada, sobrevolada de gaviotas continuamente.
Un pequeño bus de un conductor local nos lleva a ver lo más espectacular de este rincón último de la Europa. Un lugar lejano de todo, un lugar ¿feliz? Nos lleva a lo que llaman las “Agujas de Coton”, unas grandes rocas que surgen en el mar, en el interior de una estrecha ensenada, batidas por el Atlántico desde siglos ha: aquí se extasió Monet, y las pintó varias veces en sus cuadros. En un pueblo cercano, vemos la casita donde Monte pasó un par de veranos, disfrutando de la paz de esta isla.
Las agujas de Port Coton

Subimos luego hasta la punta norte. El bus nos deja frente al castillete que se hizo construir la actriz Sarah Bernhardt para sus retiros. Hoy es un breve museo de su vida, pero nosotros seguimos el camino de piedra y arena que tras atravesar la plaza de Le Tombolo nos deja subir a la última punta de la isla, al promontorio des Poulains, donde se alza el solitario faro. Más allá, el mar tenebroso.
También vamos a otro lugar bravo y asustante de la costa, el covachón costero del Apoticario, una gran caverna labrada por el mar, a cuyos acantilados ingentes nos asomamos algunos…. Cómo bate el agua, como suena el abismo.
Las costa brava de Belle Île

También nos lleva, atravesando bosquecillos empapados, praderas jugosas, casas ailsadas, hasta un pueblo pesquero, mínimo, en cuyo malecón se alza el “Hotel del Faro”, y allí nos preparan una comida a base de pescados, por ejemplo, una gran crépe marinera, que se me hace inolvidable.
Tras estirar las piernas por el puertecillo, y las empindas callejas de este lugar que se denomina Sauzon, nos devuelven al puerto principal a Le Palais, donde tomamos de nuevo el bus para volver al Contienente.
El Faro des Poulains, en el extremo norte.

Este lugar de la Bretaña, la “Belle Île” es un lugar imprescindible de conocer si quieres palpar la realidad de este región francesa. Además Brest, y Quimper y Nantes, y Carnac, sí….y Re, y Oleron… las grandes islas planas. Pero esta pequeña isla, se hace imprescindible, se torna inolvidable.

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