Vista de la ciudad vieja de Tallin, desde el castillo de Trompea |
Capital de la República de Estonia y
del Condado de Harju, surgió como un puerto principal en la ruta que unía
Europa Occidental con la Rusia Imperial, conociendo su máximo apogeo como
ciudad hanseática en plena Edad Media. Ahora, recibe al visitante, ofreciendo
hospitalidad, belleza arquitectónica y tradiciones.
“Los
caminos existen en la memoria del hombre desde el principio de su existencia.”
Amigos,
hay que viajar, sin duda. En cada viaje, el espíritu se dignifica, conociendo
cada cultura, los valores de sus gentes y el desarrollo de un sistema experiencial que induce a ofrecerlo a
los demás.
Si
alguien desease conseguir alcanzar el sosiego placentero en el marco de la
belleza natural en esas tierras lejanas del norte de Europa, recrear tu
espíritu observando una arquitectura oriental de cúpulas y piedra blanca, entre
pequeñas callejuelas, cumpliendo así el objetivo mítico de los dioses del
Olimpo que tantas y tantas veces han plasmado los escritores clásicos o,
simplemente, fuese expandir tu mirada hacia las costumbres de sus gentes,
inmersas en mercados y tiendas de souvenires, en Tallin encontrarías el
equilibrio del viajero. Para sentirte feliz, no tendrías más que acercarte a
las orillas del Báltico y sin más, recalar en el puerto que duerme a orillas
del golfo de Finlandia.
Viajar eleva el espíritu. Es cierto que
viajar es cultura, pero no es menos cierto que también se parte de una cultura
individual y colectiva, el saber viajar.
Esta
ciudad es una de las más bonitas de Europa. Al pasear entre sus múltiples
callejas que forma una red radial hacia la plaza, te podrías encontrar con
algún Caballero Teutónico de los que dieron vida a su origen como centro
militar y naval.
Su
puerto, uno de los más importante en la actualidad como núcleo de cruceros del
Báltico, fue también una ciudad hanseática fundada en el siglo XV, aunque ya en
el siglo XIII apareciera mencionada como cruce de mercancías hacia la Rusia
Imperial. Por su situación, ha sufrido la influencia de casi todos los
territorios históricos que le rodean, dejando cada uno de ello, su marca o
huella universal. Tal influencia sueca, rusa, alemana y danesa, ha permitido
crear un ambiente interesante.
Entre
el XIV y el XV vivió su mayor esplendor como uno de los núcleos de la llamada
Liga Hanseática, permaneciendo casi intacto su casco antiguo. La ciudad se
divide en dos partes: La alta para los nobles y la baja para el pueblo.
Hay,
por tanto, dos ciudades la llamada Ciudad Baja y la Ciudad Alta.
¿Cómo recorrerla?
Ciudad Baja.
Desde
la terminal de cruceros hasta la CIUDAD VIEJA (Vana Tallinn) hay
aproximadamente unos 800 metros, por lo que no necesitaremos ningún transporte
para desplazarnos hasta el centro, se podrá ir andando tranquilamente.
Al
tener poco tiempo para la visita, conviene proponer un recorrido mínimo que nos
permita contemplar las principales atracciones de las muchas que tiene esta
ciudad.
Entraremos
por la calle KAI
que nos lleva al centro histórico y veremos un torreón (Fat Margaret) donde
podremos disfrutar de las primeras vistas de esta bella ciudad.
Nos
adentramos por la calle LAI (Llamada también calle ancha), calle llena de
cafeterías, tiendas de regalos y galerías de arte. Por ella, llegaríamos a la
iglesia de SAN OLAV (en la Edad Media era el edificio gótico más alto de Europa
y se menciona ya en el siglo XIII). Seguimos por esta calle y giramos a la
derecha por la llamada calle SUURTUKI hasta llegar a la puerta de la ciudad,
desde donde podremos ver el entramado de murallas y torres de esta ciudad,
incluso el llamado parque de las Torres para pasear tranquilamente.
Esta
entrada a la ciudad está junto a una torre muy ancha que se llama Gorda
Margarita, albergando el Museo Marítimo.
Si
en lugar de girar por la calle Suurtuki quisiéramos acabar la calle Lai se
encuentra el Molino de los Caballos, un pequeño edificio redondo de 16 metros
de diámetro que en tiempos era un molino y que lo movían 8 caballos.
El Ayuntamiento de Tallin, en la plaza mayor, desde el interior de la vieja Farmacia. |
Entraríamos
a la ciudad por la calle
NUNNE y nos dirigiremos a la Plaza del Ayuntamiento, núcleo
de la ciudad, donde se encuentra el Ayuntamiento, edificio gótico construido en
el siglo XV. Arriba de la torre tiene una veleta llamada Viejo Tomás donde hay
un soldado y da el significado personal a toda la ciudad. En la plaza del
Ayuntamiento era el lugar donde se realizaban las ejecuciones. En una esquina,
contemplar la FARMACIA más antigua de toda Europa, mencionada ya en el siglo
XV.
Primera
opción: Salimos de la Plaza del
Ayuntamiento por la calle SAIAKANG y damos un giro para coger la calle
PUHAVAIMU para contemplar el maravilloso reloj en la iglesia del Santo
Fantasma, del siglo XIV. Giramos a la derecha por la calle VENE y luego a la
izquierda por el típico Pasaje de Santa Catalina donde se encuentra un monasterio
dominico. Esta zona y calle tiene un ambiente medieval de gremios artesanales y
artistas, estando cerca el llamado patio de los Maestros donde se vende
artesanía y piezas de joyería, así como chocolate.
Conviene
volver otra vez a la calle VENE y allí siguiendo Vana Turf, Kuninga y
Niguliste, llegaremos a la preciosa catedral de Alexander Nevsky de rito
ortodoxo, desde donde se puede divisar la torre Dock del XV de 17 metros de
diámetro y el famoso CASTILLO DE TROPEEA,
uno de los más antiguos y hermosos de Estonia, construido en el siglo XIII,
pudiéndolo recorrer y aprovechar sus numerosos miradores.
Actualmente
en este castillo está el Parlamento de la República de Estonia y ondea la
bandera nacional, adoptada de la que usaron los estudiantes cuando llevaron a
cabo su revuelta en 1884: azul, negro y blanco.
* El castillo de Trompea, es una magnífica fortaleza
del siglo XIII desde donde se puede divisar las costas, las instalaciones
fortificadas y la ciudad antigua. Desde allí se podría bajar a la ciudad antigua
por dos calles: la llamada Pierna Larga y la llamada Pierna Corta.
Segunda
opción: Hay otra alternativa desde
la Plaza del Ayuntamiento. Si cogemos la calle VIRU, calle más comercial de
toda la ciudad vieja, se llegará a otra puerta de entrada a la misma llamada
como la calle y con dos torres. Cruzándolo empieza la ciudad nueva y moderna
con grandes hoteles y centros comerciales. A la izquierda de la misma puerta,
hay un mercadillo de ropa de lana tradicional y fuera de la muralla a la
izquierda otro mercadillo de artesanía con los precios más bajos. Curiosamente
la plaza Viru es el punto cero de la ciudad.
El
tiempo será justo, porque deberíamos de tomar alguna buena cerveza y descansar.
Pero si se desea se pueden visitar otros importantes puntos de la ciudad.
La catedral ortodoxa de Tallin, con una pareja de enamorados a sus pies. |
Ciudad Alta
En
la ciudad alta se llega a la colina de Trompea con dos curiosas calles y la
calle escalera llamada Pierna corta. Lo que más llama la atención de la ciudad
alta es su CATEDRAL ortodoxa rusa de Alejandro Nevsky con sus cúpulas de cebolla
y su ecléctico estilo arquitectónico. En su interior, mosaicos e iconos. Al
frente está el Parlamento y el gobierno de Estonia. En Trompea está la catedral
de Santa María construida en el siglo XIII y fue la iglesia de los barones
alemanes (Es la principal iglesia luterana). Dentro está llena de escudos
familiares y tumbas. Hay una curiosa leyenda a la entrada de Don Juan de
Tallin.
Como
buenos viajeros no podemos dejar de lado, su Gastronomía.
En
Estonia se puede probar su comida típica o cualquier tipo de comida occidental.
Dentro de lo típico, el pan negro, muy especial y adorado por ellos. Está muy
rico. Luego, las ensaladas con patatas de remolacha a lo que son muy dados. No
dejar sin probar, los asados, la morcilla, la sopa espesa y el estofado. Todo
bien regado con su cerveza ligera de centeno. También tenemos la Estrella Dam.
Al final después de comer se dice: “jatcu leiba” que para ellos es como buen
apetito aunque significa que “tu pan sea suficiente”.
Hay un
licor que es el Vanna Tallin, que se suele tomar después de comer, como aquí
tomamos la crema de orujo o de miel.
Qué gran día en Tallin, Miguel. Guiados por tí, disfrutamos de todos los rincones, altos y bajos, de esta ciudad perfecta, ejemplar, en la que únicamente sentí que la Plaza Mayor, como salida de un cuento, estuviera tan atestada de turistas cruceristas. Por lo demás, perfecto.
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