18 de febrero de 2012

En la ciudad sagrada de Konya


La mezquita Mevlana de Konya,
donde danzan los derviches de Rumi

Antonio Herrera Casado / 14 Octubre 1989


El XXXIII Congreso Internacional de la F.I.J.E.T. (Federation International de Journalistes et Ecrivains de Tourisme) se ha celebrado este año en la ciudad turca de Antalya, un lugar paradisiaco asentado al fondo de una amplia bahía, en la costa sur mediterránea de Turquía. Rodeada de montañas y con una temperatura siempre agradable, en Antalya está surgiendo un denso racimo de ofertas hoteleras que pronto se pondrá de moda en Europa.

Pero cuando uno viaja hasta lugares tan remotos, se busca siempre algún motivo de especial interés que sea muy específico del lugar al que se ha ido. Los hoteles de Antalya se encuentran iguales, y aún mejores, en cualquier lugar de las costas mediterráneas. Nosotros viajamos hasta Konya, la ciudad sagrada del Mevlana Rumi. El viaje a través de altas cadenas montañosas (los montes Taurus de la mitología griega), y el encuentro con algunas caravanas de nómadas que transportan todo su haber a lomos de camellos, fue ya de cierto interés. Lo más excitante es la llegada a la alta meseta del interior de Turquía, donde asienta el impresionante desierto de la Anatolia Central. Aunque salpicado de inmensos lagos salados, restos de antiguos mares, a los que no ses le ven las orillas contrarias, este territorio es de una belleza incuestionable: hasta el infinito se suceden las ondulaciones blanco‑amarillentas de los pedregales improductivos, levantándose aquí y allá inmensos cerros de tonos rosados que recuerdan en conjunto los ámbitos solitarios y remotos del Asia Central.
En medio de una ancha llanura, sin duda el fondo de un antiguo mar desecado, entre palmeras y jardines, como si de un auténtico oasis se tratase, aparece la ciudad de Konya, una de las más antiguas y de más interesante historia de toda Turquía. Se articula la ciudad alrededor de la colina de Aladino, en la que todavía se ven los restos, hoy en restauración, de la mezquita del sultán Aladino.

El mayor interés de Konya son sus restos selyúcidas. Fue desde el siglo XI al XV la capital del imperio occidental de los Selyúcidas, una cultura venida, al compás de sucesivas invasiones de mongoles y gentes procedentes de las frías y desérticas tierras de Asia Central, hasta las proximidades del Mediterráneo. Pero en este lugar tan parecido al de sus orígenes, donde aún podían encontrarse pastos para sus ganados, asentaron y pusieron la capital de su imperio. En Konya quedan de aquella época importantes edificios, singulares y bellos, únicos en todo el país: así encontramos la Ince Minareli Medresseh, mezquita de portada impresionante, cuajada de leyendas en árabe y de filigranas decorativas que recuerdan en todo a los grandes edificios de Samarcanda. También, y en la cumbre de este grupo estilístico, la Karatay Medresseh, antigua universidad selyúcida o escuela coránica, en la que además de una portada de este estilo, tallada con motivos geométricos sobre el mármol, encontramos en su iterior el gran salón centrado por la piscina cantarina y cubierto por una cúpula inmensa revestida con las originales porcelanas, en tonos machaconamente azules y verdes, donde continuamente se canta la bondad de Alá y las coras de su texto sagrado. Hoy añade su interior el interés de ofrecer reunidos los restos de las porcelanas, esculturas y otros detalles del antiguo palacio selyúcida de Kubadabad.
La madrasa Ince Minareli de Konya,
bastión del fundamentalismo. 

Pero en Konya existen otros motivos de exótico atractivo para el visitante occidental. Es el principal de éllos el santuario (hoy convertido en Museo) del Mevlana Rumi, un reformador religioso islámico del siglo XIII, creador de una secta, la de los derviches levógiros, que trataban alcanzar la paz y la santidad a base de danzas rituales, revestidos de anchas vestimentas blancas, cubiertas sus cabezas de altos caftanes rojos, al son de una música monótona y adormecedora. Seguido por millones de fieles de todo el mundo, pues su mensaje era exclusivamente de paz y fraternidad, fue prohibida esta secta por el primer gobierno republicano turco. La mezquita, precedida de un patio en el que canta la fuente ritual, es majestuosa, y debe ser visitada con respeto, los pies descalzos y el corazón trasnportado a ese mundo de magia del Oriente sufí. No fue difícil hacerlo, pues el Museo no recibe caravanas de japoneses o americanos como los otros museos de Occidente. En su interior, acariciados del sonido suave de los derviches, se agolpan los carteles en árabe que cantan las glorias de Mevlana, y en el centro de la nave surge el catafalco sagrado, una gran tumba cubierta de terciopelo verde, en cuya cabecera asoma el gran turbante del santón. Otros muchos sucesores de Rumi están también enterrados aquí. Los visitantes son fundamentalmente seguidores del reformador asceta, que aprovechan cualquier descuido de los vigilantes para saltar los cordones protectores y besar los muros y la tumba del Mevlana, y orar con las palmas de las manos elevadas al cielo ante sus restos.

De los siglos siguientes también hay en Konya restos importantes. De la época otomana destaca la gran mezquita de Suleymán, construida por Mimar Sinán, el gran arquitecto del siglo XVI otomano. Tiene hoy Konya en el estado turco la fama de ser el lugar más reciamente tradicionalista en el mantenimiento de las costumbres islámica. Al parecer, existen densos grupos chiítas que pregonan la instauración del fundamentalismo mahometano el Turquía. Lo cierto es que nos fue impedida de forma tajante la entrada a esta mezquita por parte de varios transeuntes que insistieron en no dejarnos pasar, pues era lugar sagrado y de oración, vedado al turista occidental. La verdad es que la distinción fue fácil, pues en Konya toda la población viste aún al uso oriental, especialmente las mujeres, que van revestidas de varias túnicas, amplios pantalones bombachos de seda o tejidos brillantes, y se cubren la cabeza y el rostro con paños. En ese ambiente, cuando suena el canto del almuedín desde todos los alminares de la ciudad, no es difícil comprender que a uno se le pongan los pelos de punta.

En cualquier caso, un lugar interesante donde acudir, especialmente a los que quieran salirse, en sus proyectos de viajes y peregrinaciones por el mundo, de las habituales rutas de playas y museos.

1 comentario:

  1. Recordando un vídeo que grabé, en mis vacaciones en Turquía, recuerdo la visita a Konya, ciudad monumental en el arte oriental en especial las mezquitas, en el mausoleo, de humanista, escritor , creo que poeta y religioso de Mevlaná, hay también mucha leyenda, como en nuestras cultura y personajes históricos,de occidente, la gente que pude observar en el 2007, eran familias turcas bastantes europeizadas, muchos velos islámicos , pero en general, parecidos lugares como en otras muchas ciudades, bonitos parques, plagados de tulipanes, y como turistas, no conocemos la ciudad, salvo aquello que el guía nos mostró, de todas formas, sinceramente, nos quedaron ganas de volver
    P.D. la ciudad de Antalya, me recordaba mucho a nuestras ciudades costeras del Levante español.

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