30 de noviembre de 2013

Pompeya más allá

El autor con Alfredo Villaverde,
 en su visita al anfiteatro de la ciudad romana de Pompeya.
Antonio Herrera Casado  /  19 de junio de 1998

Hemos viajado, con la Asociación de Escritores de Turismo de Castilla-La Mancha, hasta Nápoles y su entorno. En esa visita, arropados por la Asociación “Amigos de Europa”, hemos podido visitar las ruinas de Pompeya, un lugar mágico y evocador, y desde aquí animamos a nuestros lectores a que hagan un hueco en su agenda italiana para acercarse a este entorno de ruinas y evocaciones. Mejor visitarla con un guía, porque la extensión de la antigua ciudad es muy grande, muy variados los temas que ofrece, y un tanto arcanos sus muestrarios. Desde el urbanismo, las fortificaciones y los espacios públicos, a las decoraciones de villas y salones, jardines y estatuas, pinturas e bóvedas, hasta los grandes centros de diversión, teatros y anfiteatros, Pompeya es uno de los más importantes lugares arqueológicos del mundo, que merece visitarse y disfrutarse a lo largo de todo un día. En el perímetro de la vieja ciudad romana hay numerosos restaurantes de comida rápida, y en Herculano, muy próxima, existen algunos lujosos restaurantes, para economías más desahogadas.
Toda la emoción de esta Pompeya que hoy vemos comenzó a principios de agosto del año 79 de nuestra era, cuando una serie de terremotos dañaron severamente la ciudad, y en el proceso de su reconstrucción estaban cuando el 24 de agosto de ese año 79 la violenta y espeluznante erupción del volcán Vesubio sepultó las ciudades de Pompeya, Herculano y Oplontis (actualmente llamada Torre Annunziata), bajo una súbita y enorme masa de ceniza ardiente, muriendo todos los que no estuvieron listos para salir corriendo. Siglos después, en el siglo XVIII, y bajo el reinado de Carlos de Borbón (nuestro Carlos III de Madrid…) se descubrieron las ruinas sepultadas y se iniciaron los trabajos de excavación, que hoy muy adelantados son visitables.
Ahora hemos venido, algunos amigos de Guadalajara y otras ciudades de la región castellano-manchega, a visitarla en un cálido día de junio. Debe irse con calzado cómodo, porque se anda mucho y se está bastante tiempo a pie, y agua en cantimplora, o como sea, porque al final la sed aprieta.
De las explicaciones del guía, sacamos la conclusión (así lo apunto) de que Pompeya fue fundada por el pueblo osco en el siglo VI a. C., y Dionisio de Halicarnaso afirmó que Herculano fue fundada por Hércules. A partir del año 89 a. C., tras la Guerra Social, esta ciudad fue ocupada por el ejército de Roma.
A Pompeya se le otorgó el estatus de colonia nominada Cornelia Venera Pompeiana en ese año 89 antes de Cristo. El lujo y la sofisticación de la vida del imperio romano, en los casi dos siglos que fue creciendo y adquiriendo fama, hicieron de Pompeya un mito en su época: era un lugar fabuloso, cómodo de temperatura, cercano al mar, a los montes, a los viñedos… elegante y suntuoso, cuajado de familias ricas, de poetas y artistas…
Las excavaciones que sobre las ruinas (siempre intuidas, pero nunca antes declaradas) de Pompeya se hicieron a partir del siglo XVIII, revelaron muchos más datos acerca de Pompeya que de Herculano.
El foro principal es una de las primeras zonas que se visitan: está rodeado por los cimientos de varios edificios públicos imponentes, como el Capitolio (templo dedicado a Júpiter, Juno y Minerva), la Basílica (el tribunal) y unas termas. Cerca se alza el foro triangular, donde se sitúan los dos teatros. El de mayor tamaño es de origen griego y fue remodelado para adecuarlo a los gustos romanos. Entre otros edificios públicos importantes hay que destacar las termas de Estabia, que se encuentran en buen estado de conservación y datan del siglo II a. C.
El gran interés de Pompeya se debe sobre todo a sus conjuntos residenciales, dispuestos a lo largo de calles bien pavimentadas. La construcción más antigua es la casa del atrio, con un gran patio central; la Casa del Cirujano es un buen ejemplo de este tipo de construcción. Nos gustaron muchos las grandes casas denominadas Casa del Fauno y la Casa de los Castos Amantes. Es posible que la más excepcional de todas las casas de Pompeya sea la Villa dei Misteri (la Villa de los Misterios), que se sitúa en el exterior de las murallas, y que muestra importantes pinturas murales del triclinio, que representan los ritos de iniciación («misterios») del culto a Dionisio. Una característica especial de Pompeya es la abundancia de escenas pintadas en las paredes.
El autor y el matrimonio Fernández-Galiano Pendelbury
en el foro de la ciudad romana de Pompeya.

En dos ocasiones he visitado Pompeya, como he dicho al principio. La segunda, en la primavera de 2003, lo hice junto al conocido arqueólogo Dimas Fernández-Galiano, especialista precisamente en el mundo romano y sobre todo en la musivaria itálica, consiguiendo aprovechar aún mejor los datos del recorrido, deteniéndonos en esas salas prodigiosas de la Villa de los Misterios, y en algunos otros lugares que han ido recuperándose, especialmente en los techados donde se han almacenado las figuras petrificadas y contorsionadas de muchos habitantes pompeyanos a los que pilló la erupción y la invasión de cenizas ardientes en posturas de defensa, quedando así para la eternidad.
Desde Nápoles el recorrido a Pompeya es corto, apenas una hora, como lo es desde Sorrento, donde luego puede tomarse un barco que costeando la península de Amalfi nos permita terminar el día, como hicimos nosotros, admirando desde el mar la costa amalfitana, cuajada de ciudades y pueblitos que cuelgan de la abrupta ladera: Positano, Maiori, Ravello, el mismo Amalfi…

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