16 de septiembre de 2023

Viaje al Baztán

 Antonio Herrera Casado  |  11 al 15 de septiembre 2023

 

Durante 5 días, el grupo “Arquivolta” ha recorrido Navarra, centrando su interés y visitas detalladas en el Valle Del Baztán, en sus pueblos e instituciones. 

Comenzó todo el lunes 11 de septiembre, viajando en directo hasta Pamplona, donde tras recorrer la plaza del Castilllo y comer estupendamente en la Tasca de Don José, sitio emblemático de la gastronomía navarra, hicimos una visita guiada de la ciudad del Arga, 




El legendario Café Iruña, en Pamplona.



viendo sus calles céntricas, sus edificios bien conservados, la iglesia de San Saturnino (patrono de la ciudad) y el recorrido de los toros en los días de encierros. Pudimos entrar al edificio del Ayuntamiento, admirando los elementos claves del ser pamplonica, y mirando las viejas murallas de la ciudad, para acabar el recorrido en la Catedral, que es monumental, gótica y cuajada de tesoros artísticos, siendo el Museo Catedralicio un ejemplo de sincretismo entre épocas y estilos. La colección de vírgenes navarras, excepcional.



El grupo en el puente sobre el Bidasoa, en Elizondo, ante el Hotel Trinkete.


El día 12 lo dedicamos a recorrer algunos pueblecitos baztaneses, como Irurita y Ziga, entrando aquí a la iglesia de San Lorenzo, monumental parroquia hecha con la piedra rosada de Arizcun, que tan bonitos resultados consigue en toda la arquitectura baztanesa. En esta mañana tomamos contacto con la riqueza arquitectural de las casonas de esta zona de la Alta Navarra: grandes balconadas, ventanas recercadas, y tejados a dos aguas. El trinquete, esencial siempre como juego comunal, en el centro del pueblo.

Seguimos al Señorío de Bertiz, donde visitamos con detalle el palacio, la capilla, y los jardines creados hace un siglo por los Ciga-Fernández. Están en el extremo meridional del gigantesco Parque Natural de Bértiz, un espacio de 2.000 hectáreas donde las hayas, los castaños y los alisos forman un bosque único. Aún tuvimos fuerza para recorrer (en el pequeño autobús de Ramos que nos llevó) el bosque de Orabidea, hasta llegar, en medio de la lluvia incesante, a la Borda Etxebertzeko, donde cominos unas alubias y unas truchas que no se nos quitarán de la memoria. El proyectado paseo por el bosque hasta el Infernuko Errota no pudo hacerse, por la lluvia que no paró un momento. Así se explica el verde intenso del paisaje, su gloria vegetal.



El río Bidasoa, al que aquí llaman Baztán, a su paso por Elizondo.



El día 13 fue destinado a conocer a fondo la villa de Elizondo, capital del valle. Guiados por Gervasio di Cesare, notable genealogista y hombre sabio de aquellos territorios, fuimos conociendo lugares, palacios de indianos y de los muchos hidalgos a los que los reyes castellanos concedieron privilegios por defender la frontera contra Francia. Elizondo es un lugar fantástico, con sus viejas calles soportaladas, pero también con sus barrios nuevos construidos con la pureza de lo autóctono. Es un modo de vida muy distinto al nuestro, calmado y pacífico, muy entroncado con la naturaleza. Allí tuvimos la suerte de estrenar el nuevo edificio hotelero del clásico Trinkete Antxitonea, con un gran frontón de pelota vasca a mano desnuda en el interior del edificio. Por la tarde, nuevo viaje en los alrededores, para visitar Maia/Amaiur, un pequeño pueblo que empieza en su molino, sigue por el arco de entrada y recorre en cuesta una calle central con grandes edificios tradicionales navarros a los lados. En lo alto, los restos de un castillo defensivo en cuyo lugar se ha puesto un monolito conmemorativo. Luego visitamos Erratzu, también denso de palacios y casonas, con el regato sonoro del Bidasoa recién nacido pasando entre las casas, tras bajar de las alturas fronterizas del Izpegui y el Xorroxin. El paso por Arizcun es meramente visual, pero nos da lugar a recordar a don Juan de Goyeneche, ministro que fue de Hacienda con Felipe V, que allí nació, y que en nuestra tierra alcarreña fundó el caserío del Nuevo Baztán y tantas otras iniciativas industriales por las alcarrias de Madrid y Guadalajara.




El grupo ante la Casa Grande de Ziga.


El día 14 jueves lo dedicamos a viajar más al norte aún, a la aldea de Zugarramurdi, tras cruzar el alto paso del Otsondo, y bajar al valle de Urdax que es ya, geográficamente, tierra francesa. Pero en este pueblo de la más alta Navarra podemos ver algo inesperado, y es un Museo dedicado a las Brujas (que supone un encuentro difícil y sanador con la esencia de nuestras creencias y la poderosa fuerza que la Naturaleza desarrolla sobre los humanos) complementado con la visita a las cuevas donde [dicen] en tiempos pasados se reunían las brujas y brujos y hacían sus aquelarres o fiestas de vuelo y ensoñaciones. Espectacular todo, y aún más la comida en la Casa de Graxiana, donde acompañado de buena sidra del país nos sirven un pato guisado que mereció un aplauso.



El grupo de Arquivolta en la escalinata de la iglesia de San Lorenzo en Ziga


Pasamos la tarde en territorio de Francia, en el país vasco-francés al que algunos llaman Iparralde. Allí visitamos Ainhoa, una calle que a ambos lados ofrece antiguas casonas vasconavarras con leyendas talladas, y una bonita iglesia con su cementerio en torno, en el que se ven muchas cruces de laiburu talladas en las tumbas. Después llegamos hasta Espelette / Ezpeleta, donde recorremos sus animadas calles y compramos pimientos dulces, la especialidad del lugar.

El viernes 15, en el regreso a casa, aún pudimos pasar por Artajona, en la Baja Navarra, donde subimos al Cerco, el gran espacio castillero medieval, en cuyo centro se alza, picuda, la iglesia de San Saturnino, ese francés tan santo y querido en toda Navarra. La iglesia nos sorprendió por su portada, su sistema de tejados invertidos para recoger la lluvia, y su buena restauración tras haber sufrido, en el siglo XIX, tantas agresiones por parte de carlistas e isabelinos, que la quemaron a modo. Hoy resplandece, restaurado, lo que quedó de su gran retablo gótico.

Tras ello, y siempre bajo la lluvia otoñal, llegamos a Olite, donde pudimos admirar con detalle el Palacio Real de la monarquía navarra, erigido por el gran Carlos III de Evréux, y que nos lo fue mostrando amable y detallista un guía de nombre Aintz que le puso el entusiasmo que corresponde a la explicación e un edificio que está rehecho por completo, levantado como castillo de hadas sobre las mínimas ruinas en que los avatares de esta violenta y destructiva España lo había dejado. Junto a él la colegiata de Santa María, esta sí espléndida, con su portalada gótica en la que incesantes aparecen las tallas, los santos, los reyes, los mitos y las policromías. Como Olite estaba en fiestas (ahora ya en toda navarra usan para ello la vestimenta pamplonica del traje blanco y los refajos rojos) nos fuimos a comer por Peralta, que tampoco es mal sitio. Y con ello acabamos este viaje, que tanto a la ida como a la venida, por Ágreda nos ofreció el siempre espectacular don de ver el Moncayo en gallardía.



Una galería del palacio real de Olite (Navarra)


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