Sala central de la Biblioteca del Trinity College de Dublin, y que ahora cumple su Tercer Centenario. |
Vengo de una celebración especial, poco frecuente. Algunos
colegas de la Universidad de Alcalá, con buenas relaciones por Europa, me convencieron
para acudir a la capital de Irlanda este fin de semana, y estar en el grupo de
los editores celebrando lo que un conjunto muy plural de gentes relacionadas
con los libros, las bibliotecas, las universidades y la editoriales han venido
preparando desde hace meses, y hoy ha llegado a su culminación, con la apertura
de los actos que conmemoran el Tercer Centenario de la Biblioteca del Trinity College
de la Universidad de Dublín, una de las instituciones culturales y académicas
con más alto prestigio en toda Europa.
No puedo entrenerme ni aburrir a nadie con la descripción de
los fastos. Solemnes ritos, incluida la procesión académica multicolor por la
gran campa del Colegio, en una mañana especialmente soleada para lo que
acostumbra ser el triste ámbito de la Dublín lluviosa, y recuerdo a James
Joyce, Samuel Beckett, Jonathan Swift, Oscar Wilde y Bernard Shaw, entre otros
dublineses que por sus aulas pasaron, y muy probablemente por los pupitres de
oscura caoba de esta Biblioteca solemne y espectacular.
El Trinity College es ya, por sí mismo, un universo singular.
El recinto “histórico”, a la orilla derecha del río Liffey, frente al gran
puente de O’Connell, suma de edificios renacentistas, barrocos, neoclásicos y georgianos,
sigue teniendo la magia propia de los lugares en los que tantos han aprendido
sus saberes, y muchos otros han gestado sus genialidades. No solo literatos
afamados, sino también médicos, físicos, filólogos e informáticos han cursado
carrera en este centro plural que fundó la reina Isabel I
de Inglaterra en 1592, y que es el único colegio constituyente de la University of
Dublin, la universidad más antigua de Irlanda. El Trinity está
situado sobre un gran espacio que en sus orígenes estaba fuera de la ciudad, en
una gran pradera verde, lo que aún llaman los clásicos el “College Green”
frente a las antiguas Casas Irlandesas del Parlamento. Su campus tiene una
superficie de 190.000 m²
y se conforma de la suma de muchos edificios atractivos, tanto nuevos como
viejos, centrados alrededor de grandes patios y dos campos de juego. Me hizo
gracia saber que el nombre primigenio, de cuando lo fundó la antipática reina,
fue “College of the Holy and Undivided Trinity of Queen Elizabeth near Dublín”.
Ahora que acaba el Trinity Term (que es el tercero de los
trimestres en que se divide el año lectivo, justamente el uno de junio empiezan
las vacaciones, y es el día que se ha aprovechado para, entre el júbilo
general, celebrar este Tercer Centenario. Representantes de las cinco áreas de
estudio estaban formando la procesión que se dirigió desde el edificio de los
graduados hasta la Biblioteca, atravesando la gran campa y pasando por delante
del monolito: eran los rojos de Artes y Humanidades, los azules de Ciencias
Sociales y Humanas, los amarillos de las ciencias de la Salud, los grises de
Ingeniería y Sistemas, y los verdes de Ciencias Naturales. Una colección de
sabios y aspirantes a la antigua usanza. Mucha pelirroja y sonrisas simples.
Cierta bondad en la frente y los labios, que es lo que todos los irlandeses e
irlandesas exhiben como un ligeramente acomplejado sentimiento de ser los
hermanos menores de la grandeza británica, a pesar de tanta lucha y tan largos
sufrimientos para alcanzar la independencia.
Mientras la mayoría esperábamos, al sol tibio que hoy salió
sobre Dublín, a ver el paso de la comitiva académica, y luego optar a la
entrada al recinto mágico de la Biblioteca, se habló de tantas tradiciones y la
gran fuerza de este centro universitario. Hay un gran número de Institutos de
Investigación asociados al Trinity (el de Investigación en Genérica
Neuropsiquiátrica, el de Bio-Ingeniería, y el de Nanoestructuras y
nanodispositivos, entre otros), y hay también otra amplia serie de
asociaciones, como el centro de investigaciones marinas “Coláiste Mhuire”, el
Church of Ireland Theological College, y el Hospital de Saint James, además de
las clásicas “uniones” que agrupan tanto a profesores, como a estudiantes y
antiguos graduados, que mantienen su permanente contacto en clubes deportivos,
(los de cricket, piragüismo y fútbol son los que cuentan con mayor número de
asociados) amigos de museos, encuentros gastronómicos y celebraciones
singulares, como ha sido precisamente la de hoy, nada menos que la celebración
de los tres siglos de su magna Biblioteca. La flor y suma de todos esos
contactos se alza a finales de junio de cada año con la celebración del Trinity
Ball, el gran baile del Colegio, al que acuden, por rigurosa invitación, y en
un ambiente de alta exclusividad, más de 5.000 participantes.
Cartel del Tercer Centenario de la Biblioteca del Trinity. |
Pero a lo que vamos, o a lo que me han traído. Hablaré
sumariamente de la biblioteca del Trinity, de su aspecto maravilloso, de su
contenido inquietante. Este centro es la biblioteca de investigación más grande
de Irlanda y una de las relevantes del mundo anglosajón, incluyendo los Estados
Unidos. Tiene añadida la categoría de “Biblioteca Nacional” del Reino Unido de la Gran Bretaña e
Irlanda del Norte, por lo que recibe ejemplares de todo lo que se edita en
Inglaterra, Gales y Escocia, más el Ulster, y por supuesto los Estados Unidos y
Canadá. Cada año entran en sus almacenes, según me han dicho, más de 100.000
nuevas publicaciones. En estos momentos sus fondos superan los cinco millones
de títulos, más colecciones significativas de manuscritos, mapas y música
impresa. Además de la gran sala, que realmente es un museo visitable, hay seis
salas disponibles para el uso de los estudiantes. De la gran sala revestida de
maderas nobles, altas bóvedas y estanterías repletas de viejos volúmenes, con
una longitud de 70 metros ,
quizás lo más destacable es el “Libro de Kells”, que se ha convertido en uno de
los símbolos del país irlandés, e incluso en un atractivo turístico para miles
de viajeros cada año.
Esta pieza, que es un libro pero mucho más, consiste en un ejemplar
miniado a mano sobre pergamino, y también conocido como “Gran Evangeliario
de San Columbano”. Fue compuesto por monjes celtas hacia el año 800, en
Kells, una localidad de Irlanda. Se considera la pieza principal
del cristianismo celta y del arte irlando-sajón, y constituye, a
pesar de estar inconcluso, uno de los más suntuosos manuscritos
iluminados que han sobrevivido a
Hola!
ResponderEliminarTu blog está genial, me encantaria afiliarlo en mis sitios webs de Turismo y por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiarnos ambos con mas visitas.
me respondes a munekitacate@gmail.com
besoss