Las santetes del retaule del Sexenni de Morella. 2012. En primer lugar, Santa Agueda. |
Antonio Herrera
Casado /
27 Agosto 2012
Cuando una fiesta
se celebra todos los años, generalmente es esperada con ansiedad. Cuando esa
fiesta se celebra, solamente, cada seis años, puede calcularse la expectación
que genera, entre los habitantes de un pueblo, de una comarca y aún de una
nación toda. Esa fiesta es “el Sexenni de Morella”. Y este año, como cada seis, tocaba
celebrarla. Con mis amigos valencianos me he acercado hasta el alto peñasco del
Maestrazgo, la villa medieval y señera que se divisa, desde kilómetros de
distancia, con su castillo en lo alto, y las murallas, los templos, los
palacios y los edificios dispersos por sus empinadas laderas. Dado ese espacio
de tiempo entre una y otra celebración, lo lógico es que la fiesta dure varios
días. Este año se ha desarrollado entre el jueves 16 de agosto y el martes 28 del mismo mes. Se inicia con la peregrinación o
romería que todas las gentes del pueblo hacen al Santuario de la Vallivana,
donde se reciben a las “colonias” de emigrantes y se venera a la Virgen patrona
de la villa y su entorno, llevándola luego en procesión, hasta la altura de la
villa, en compañía de los jarales de montaña.
La
fiesta en sí, el Sexenni, se desarrolla en el pueblo, y esos doce días ven dos
cosas principalmente (muchas otras quedan entre los amigos, los familiares, los
recuerdos, los ritos antiguos, las canciones…) pero al que llega de fuera le
merece la pena, sobre todo, contemplar dos hechos: uno, la colección de escenas
coloristas, impresionantes dibujos y filigranas [los retaules que llaman] que
cada barrio cuelga en las paredes de sus casas, hechos sobre grandes tablas con
papeles de colores, recortados y pegados, en un trabajo de paciencia,
entusiasmo y filigrana que dura seis años. Dos, el desfile del “retaule” o gran
procesión cívica, en la que una tras otra van los gremios, los grupos, los
danzantes, los gigantes y cabezudos, los cuadros bíblicos, y las autoridades…
Los cuadros de papel
La
esencia colorista del Sexenni surge del papel. Durante largo tiempo, todas las
gentes y vecinos de una calle (y esto en cada calle del pueblo) preparan una
serie de paneles en los que pintan imágenes, paisajes, figuras, realizadas con
papeles muy pequeños, rizados, trenzados, y pegados en su debido lugar, para
componer espectaculares imágenes. No hay competición ni ganadores: simplemente
cada calle se expresa en un tema y de una manera.
Lo que
fue siempre cuadro de color ha ido evolucionando paulatinamente, y este año se
ha visto con mayor nitidez, a una imagen volumétrica y aún de diseño urbano.
Así, en la calle de la Fuente han puesto una serie de cuadros representando
carteles de películas infantiles, pero con las figuras de esa películas (los
Simpson, la pantera rosa, Batman escalando la fachada de una casa, etc.) como
esculturas, y aún explicaciones y secuencias de la realización en forma de
películas sobre plásticos. En otra calle, al inicio de la mayor, los vecinos
han puesto composiciones de tejidos antiguos, sobre paneles y sujetos por hilos
a las fachadas, en un espectacular efecto tridimensional. En todo caso, solo
por recorrer Morella contemplando (lleva un día entero hacerlo) los retaules de
papel (esencia del arte efímero con raíces en el barroco) que se montan cada
seis años, merece hacer el viaje.
El retaule
La otra
gran atracción del Sexenni es la procesión cívica que recorre las empinadas
calles de la villa, desde la iglesia colegiata, a la terminación de los oficios
religiosos, discurriendo por todas las calles engalanadas. Se hace así desde
que a finales del siglo XVII, y tras la promesa por haber salido salvos de una
epidemia de peste, se instituyera esta fiesta.
La
procesión, lenta y musical, entre aplausos y música, es sostenida por gentes de
la localidad, especialmente constituidas en gremios: grupos sociales que se
encargan cada uno de mantener un día entero la fiesta, y dar lustre a cada uno
de los cuadros del retablo.
Este se
inicia con los músicos y el coro del pueblo, y le siguen los danzantes de cada
gremio: los torneros que ejecutan saltos en el aire y lanzan barras a gran
altura, los tejedores con sus rojos trajes que danzan, y los miembros de las
artes y los oficios que reproducen sus tareas en pequeños cuadros callejeros.
Muchachas danzan, ataviadas con trajes masoveros, aragoneses y valencianos, en
los grupos de la Corronquina y las Gitanetes, y entre ellas desfilan las
vírgenes (niñas que ese año hicieron la primera comunión con palmas), las
“santetes”, representadas por muchachas que portan sus símbolos (Santa Lucía,
San Agueda, Santa Bárbara, Santa Catalina, Santa Filomena…) y las reinas
bíblicas, capitaneadas por David que es un niño que porta en lo alto de un palo
la enorme cabeza cortada de Goliat y presididas al final por la reina Esther,
ataviada con riquísima capa dorada.
Este
año, el día que hicimos la visita al retaule del Sexenni, el último de los 8
dias que puntualmente hace el recorrido, estaba dedicado al Gremio de la
Juventud. En esta ocasión, desfilaron todos los que lo forman en el pueblo, y
que son cientos, ellos ataviados de traje y corbata, y ellas de elegantes
vestidos y mantillas. En definitiva, una fiesta de color, de música, de alegría
y de civismo. Una sorpresa que siempre conviene destacar para que otros lo vean
y se entreguen al gustazo de verse inmersos, un día entero, en esta gran
celebración levantina.
La calle mayor de Morella, decorada con flores de papel, en el Sexenni de 2012. |
La hora de comer
Es exacta y precisa punto por punto, la descripción aquí hecha. Asistí en calidad de fotógrafo ese año - 2012 - y fue un auténtico goce recorrer las calles engalanadas una y otra vez, hare un chiste si se me permite, como dijo Terminator: VOLVERE!
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ResponderEliminarA propósito, comi magníficamente en casa Roque!
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