1 de diciembre de 2012

Verona, la ciudad más romántica del mundo

El Circo romano de Verona

Miguel Romero Sáiz / 2 Noviembre 2012

Los instantes mágicos son irrepetibles, porque el lenguaje del amor está en los ojos. Uno, al pasear por Verona te invade ese silencio que hace que huela a besos porque la imaginación es más importante que el propio conocimiento.
Verona tiene todo eso. Belleza, silencio, amor a raudales, puro sentimiento, historia y arte. Todo se mezcla con todo.
Es un destino que hay que cumplir, porque esa ciudad reúne en sí misma todo el más alto contenido idílico que se pueda pensar. Entre sus callejas, al lado de su río Adige, cruzando su maravilloso puente romano y medieval, junto a la Torre Alberti, tal vez visitando sus maravillosos templos religiosos donde San Lorenzo Mayor, la basilical de San Zeno como prototipo, Santa Giorgeta o Santa Anastasia, te envuelven en ornamentación gótica y te conducen hacia su Doumo o catedral como centro neurálgico de una ciudad hecha para la visita y el disfrute.
No os perdáis sin visitarla, de verdad, es un punto de encuentro, es una ciudad ideal para compartir sentimientos, alojarse en excelentes hoteles o degustar su cocina en buenos restaurantes, tal vez el Maffei en la misma plaza Erbe, entre un arco de entrada a un patio claustral toscano, en ese mismo foro de encuentro y centro de la red radial de callejas de una ciudad medieval de puro encanto, podría ser una buena opción.

¿Dónde se encuentra?
Está en la región del Véneto, a 120 kilómetros de Venecia, la ciudad de los canales y a una distancia adecuada de Milán. Muy cerca del famoso Lago de Garda, el más grande de Italia.
Su castillo de Castelvechio, sobre el citado río Adige te sumerge en la historia más solemne, no sin antes visitar el Anfiteatro romano de nombre Arena, uno de los más importantes del mundo romano y el segundo en tamaño detrás del Coliseo romano, donde actualmente se celebran constantes conciertos y actos solemnes de cultura y música.

El palacio de Verona.


¿Cómo ir?
Varios son los medios de locomoción que te pueden llevar. Por aire, en su aeropuerto en temporada vacacional o en el de Milán a lo largo de todo el año; tal vez por carretera como fue mi experiencia, bien en coche de alquiler por la E-64 desde Milán, cruzando la bella Bergamo, colgada en la historia y el tiempo o en autobús, desde Venecia por la E-70 o A-31 y por tren, en un viaje de ensueño, llegando a la Estación de Santa Lucía, con trenes cuyo intervalo de una hora, te hacen fácil y cómodo el trayecto.

¿Qué ver?
Infinidad de monumentos, calles y callejas medievales, plazas insignes y maravillosas, fuentes y edificios solemnes. El recorrido por Verona es excepcional. Por el día llegar a la plaza Erbe después de un recorrido por diversas calles ampulosas y plazuelas de encanto. Esta plaza es la más conocida de todas y sirve de foro de encuentro donde un mercado durante el día te sumerge en las compras más inverosímiles: desde un producto de artesanía, hasta lámparas o máscaras de Carnaval. Sus edificios que le rodean y su fuente en el centro, hacen de ella, la más bella de todas.
Al lado y pasando por un estrecho arco llegas a la plaza del mercado o plaza de la Señoría, donde se concentran los puestos de alimentación. Allí, el chocolate, los quesos, ¡ah los quesos¡, riquísimos y qué decir de los dulces y el vino, productos que te engalanan en la gastronomía más selecta de toda Italia. Coronando la misma, la famosa Torre Laberti en ese estilo toscano donde los ladrillos de colores en trenzado horizontal por tonalidades te advierte de su belleza.
El puente de Verona

Esta torre es el mirador de Verona, alcanza los 84 metros de altura y su estructura arquitectónica fue iniciada en el siglo XII y finalizada en el XVI:
No podemos dejar de lado la Verona histórica con su castillo Castelvechio y su puente romano, el arco también de época imperial, su puerta Borsaria, cruzarla mientras contemplas sus escaparates y tiendas, al lado de cafeterías que dejan su terraza colgada al río. Luego, sus barrios aledaños donde la gente humilde comparte su vivienda con los restos de la Roma clásica, en el teatro y sus fuentes.
El mejor recorrido la Vía Manzini, la que te llevará cruzando el anfiteatro hasta la misma plaza del Duomo o, tal vez, recorrer el mismo curso del río y seguir por la calle Panvinio o Cavour, calles selectas en edificios y rincones soñados.

La Verona romántica.
Y dejamos para el final, el sueño de los enamorados, de las miles de parejas que llegan a esta ciudad para recordar el amor apasionado de Romeo y Julieta, aquellos amantes que idealizara Shekaspeare en su obra universal, en ese patio donde el balcón de Julieta ondea mientras cientos de jovenzuelos procuran hacerse la fotografía de rigor subido en el mismo. En el túnel de paso, miles de firmas, frases y colores de amor decoran sus paredes. Todo lo cubre el amor apasionado, el sentimiento puro de quienes llegan con la ilusión de seguir manteniendo su amor. Al lado, la plaza de la Independencia y el puente Nuevo.
El palacio de los amantes en Verona.


De verdad amigos, visitar esta ciudad porque merece la pena. Su estructura urbanística es ideal para un recorrido a pie, sus iglesias mantienen el más puro arte del Renacimiento italiano donde la devoción se alía con la arquitectura italiana y luego sus plazas con esos típicos mercados al uso, mientras uno puede degustar la pasta italiana al dente, en Restaurantes, Traperías o Pizzerías de ensueño por decoración y cocina.

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