13 de enero de 2018

Leiden, una ciudad de Holanda

Antonio Herrera Casado  |  5 diciembre 2017

En las orillas de lo que fue, muy antiguamente, el Rhin, asentó esta ciudad, que terminó estando completamente amurallada, y que es de las pocas de los Paises Bajos que hoy muestra en su centro un “castillo”, una fortificación elevada sobre un montículo artificial, y que en siglos pasados les daba mucha seguridad defensiva a sus habitantes, tanto ante guerras como ante crecidas del río.
Con los años, el Rhin se fue por otros lados, y hoy llega al Mar del Norte por Rotterdam. Pero la ciudad de Leiden, muy antigua, surgió como defendida por este río. Es sin duda uno de los lugares más interesantes de Holanda. En su plano se ve todavía la forma perfecta de su antigua estructura urbana, rodeada al 100% de murallas, y con un castillo elevado en el centro, su gran catedral dedicada a San Pedro, y los ramales y canales del viejo Rhin, hoy domeñado y manso entre paseos y populosas calles.

El viejo Rhin atravesando Leiden


Hemos llegado a Leiden, en viaje fácil y rápido por tren desde Amsterdam. Total, 9 € y 20 minutos de recorrido. Desde la estación se accede a pie inmediatamente y nos dedicamos a recorrer los muelles de sus canales. Aunque es todavía primeros de diciembre (otoño, teóricamente) el frío es intenso, y el cielo, permanentemente gris, no amenaza nada bueno. Reocrremos el Galgewater, rodeado de mansiones clásicas, y avanzamos por la orilla del canal Rapenburg, llegando enseguida a los edificios de la vieja Universidad. Se dice que fue el primer monarca, Guillermo de Orange, quien como como premio a los habitantes de Leiden por su heroica defensa ante el asedio español, mediado el siglo XVI, les ofreció bajarles los impuestos o crear la primera Universidad holandesa en su ciudad. Y ellos  escogieron esta segunda oferta.
Desde entonces, en 1575, Leiden está orgullosa de su Universidad. En ella surgieron famosos médicos (Boerhaave es uno de ellos, a quien allí tienen en recuerdo permanente, en su casa natal, en su casa mortuoria, en el enterramiento catedralicio…) famosos físicos (la “botella de Leiden” es uno de los hallazgos allí hechos, y Kamerlingh inició en su laboratorio la criogenia). Junto con las universidades de Göttingen y Berlin, Leiden es la cuna de la “libertad académica”.

Vidrieras modernas en la iglesia de San Pedro de Leiden


Hoy esta Universidad impregna la vida de la ciudad, eminentemente estudiantil. El aparcamiento de bicicletas delante del edificio de su Biblioteca, es antológico, porque posee varios pisos, todos llenos de bicicletas. El Jardín Botánico es de los mejores del mundo: lo creó Clusius, y en su entorno todo son cartelas, bronces grabados, salas limpias y profesores con pajarita montados en bici.
Luego cruzamos el canal y alcanzamos la Iglesia de San Pedro, desacralizada ya, pero museificada. De aquí salieron los “pilgrims” que en el Mayflower fueron a América, creando sus primeras colonias evangélicas. En la iglesia reposan los restos de Saskia van Uylenburgh, la mujer de Rembrandt que, por cierto, en esta ciudad nació y se educó artísticamente. Hay muchos detalles curiosos, entre ellos unas magníficas vidrieras que nos hablan de la historia y la heráldica de los Paises Bajos.

Canales y diques en la ciudad de Leiden


Seguimos entre callejas y nos sorprende en la Pieterskerk Maarsmantrage el inmenso muro recubierto con un poema de Pablo Neruda, en español. Lógicamente, allí nadie entiende lo que dice el chileno, pero todavía (en los 20 años que lleva puesto) nadie le ha hecho una pintada. Paseamos por el antiguo mercado, llegamos al núcelo de la ciudad y nos hacemos una foto en la puerta de entrada del parque que hoy rodea al castillo. Nos asombra en una calle cercana el gran edificio barroco del Ayuntamiento (dicen que tiene la fachada, de piedra, más larga de toda Holanda) y buscamos el bullicio del centro comercial en la Aphotekersdijk, donde al final comemos y alegremente buscamos el tren (pasa uno cada 10 minutos) que nos lleva de regreso a Amsterdam.


El viajero y sus amigas en la puerta del castillo de Leiden





Después de haber estado allí, me entero que de Leiden proceden los Fluiters, conocida familia de Guadalajara que vinieron de los Paises Bajos a mediados del siglo XVIII para trabajar en las fábricas de tejidos que los Borbones pusieron: primero en la de San Fernando y luego en Guadalajara. La “ciudad de las llaves” que así se llama por las dos que forman su escudo municipal, es uno de esos lugares que nadie debería perderse si viaje a Holanda. Mejor que La Haya, y distinta de Amsterdam, más elegante, más callada, más sublime.



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